miércoles, 12 de diciembre de 2012

Texto




EL ADOLESCENTE Y LAS ACTITUDES.


El adolescente desea ser autónomo e independiente, por lo que sus conductas serán un reflejo de esta necesidad interior y por tanto estarán condicionadas por esta actitud intima. Pero ese proceso de autonomía e independencia es lento con retrocesos y avances rápidos y siempre inseguro y lleno de tentativas (no siempre acertadas).
Por otro lado el desarrollo de sus capacidades mentales (reflexión, espíritu crítico, planificación, abstracción, etc.) le permite un mejor análisis de los aspectos cognitivos de las actitudes y de la realidad, así intenta explicarse el mundo desde su perspectiva y le parece que los adultos están equivocados al no verlo como él lo ve.
Al mismo tiempo, su búsqueda de la realización personal, su idealismo y simplificación lógica, le hacen difícil comprender las opiniones y experiencias de otras personas, lo que provoca la llamada "Crisis generacional", forma más o menos agradable de llamar a una actitud caracterizada por el rechazo y falta de comunicación entre el adulto y el joven.
Por si fuera poco, los amigos, las modas, los medios de comunicación les aportan modelos diferenciados a los que se consideran como deseables por parte de la familia.
En otras palabras el joven madura día a día con intentonas, dudas y desafíos que exigen nuestra paciencia y, muchas veces, con rechazos de las ideas y propuestas que desde la perspectiva adulta se le proponen. A pesar de que, como veremos posteriormente, estén necesitados de sentirse apoyados y aceptados en el seno familiar.
Con algunos ejemplos de situaciones vitales con las que se enfrenta el joven podremos comprender mejor esta idea:



EL ADOLESCENTE ANTE EL MODELO FAMILIAR.

La búsqueda de nuevas experiencias, el deseo de probar todo le lleva, a veces, a la idea de considerar que su ambiente familiar y escolar le pone dificultades e impide el disfrute de las experiencias que desea tener, la familia y la educación le obligan a tareas que no desea hacer y le impide hacer otras que le ilusionan. Todo ello hace que se incremente su actitud de rechazo ante el modelo familiar y educativo.
El joven tanto en el seno familiar, como en el ámbito educativo, puede mostrar una apatía (pasotismo) desesperante que es reflejo de su estado anímico: puede estar muy aburrido y no aceptar la invitación de un hermano para jugar a algo que hasta ayer le encantaba, puede negarse a colaborar en todas las tareas de la casa y al mismo tiempo exigir que todo esté a su gusto y en el momento que quiere... Situaciones que, en algunos momentos, crean un gran malestar en la convivencia familiar.
Sin embargo, los usos y costumbres defendidos por la familia, aún a pesar de ser criticados y rechazados, representan un marco de seguridad y confianza para el joven ante un conflicto con otros compañeros y con la vida.




EL ADOLESCENTE FRENTE A LOS AMIGOS.

Su dependencia del grupo y su gusto por la relación social fuera de la familia, hacen que se sienta más identificado con el modelo "joven" y en confrontación con el modelo "adulto". Adopta las modas y actitudes de sus compañeros, les alaba frente a la familia, mientras critica a ésta; pero debemos ser conscientes de que esa crítica adopta formas de autodefensa (vosotros también tenéis defectos) y de tentativa (lo que digo y hago en casa no me atrevo a decirlo ante los amigos por si me ridiculizan).
Tienen una fuerte necesidad de sentirse aceptados, del refuerzo de su identidad personal por parte del grupo de amigos. Desean compartir experiencias con los amigos (con sus iguales), por lo que idealizan la amistad, aunque ésta les provoque conflictos. Ello explica la fuerte influencia de los amigos sobre la conducta del joven.
A veces los amigos pueden convertirse en una mala influencia para algunos jóvenes por lo que se hace necesario buscar oportunidades para conocerlos y para que nos conozcan, para poder ofertar a ese joven otros modelos que consideremos más próximos, en este sentido las asociaciones juveniles o los centros para jóvenes de cada municipio pueden ser muy útiles.
No obstante toda la identificación con los amigos y la crítica de la familia la adolescencia es una etapa rica para la formación de actitudes, a través de la confrontación de experiencias con amigos, familia, educadores, lecturas, etc. Confrontación, que no enfrentamiento, tener experiencias aunque puedan no ser todo lo exitosas que se desearía ayuda al joven a madurar, pero, ojo, si la experiencia supone un riesgo muy fuerte es preferible privarlos de ella, ofreciéndoles otra alternativa que pueda serles atractiva y que evite los riesgos de la que tememos.




¿DE QUÉ IDEAS HEMOS QUERIDO CONVENCERNOS CON ESTE TEXTO?
  • Los jóvenes están en proceso de formación y maduración por lo que a veces muestran opiniones, valores y conductas que nos pueden parecer extremas y que para ellos no son más que un intento de probarlas, una búsqueda de una experiencia más.
  • Las características propias de esta etapa: Deseo de autonomía e independencia, capacidad de crítica, influencia de los amigos y las modas, etc. justifican en muchas ocasiones la conducta del joven, por lo que es de esperar que cuando éste madure su conducta esté sometida a otras regulaciones y normas más próximas a las de los adultos.
  • A pesar de todas sus manifestaciones, criticas, desafíos y enfrentamientos con el mundo adulto el joven necesita de éste para poder seguir creciendo, para sentirse seguro y respaldado.
  • En ocasiones las situaciones internas o externas que vive el joven pueden suponer un riesgo poco controlable, si es así lo mejor es buscar la ayuda de algún experto, sea en el centro educativo, sea en los servicios para jóvenes que oferte el Ayuntamiento, sea en los servicios sociales o médicos o en otros ámbitos.

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